En las aulas de inglés, es común abrir una pequeña ventana al mundo y dejar que el entusiasmo por Halloween pinte de disfraces y risas los pasillos. Sin embargo, cuando las calabazas se apagan y las telarañas de papel caen al suelo, llega el momento de encender una luz mucho más profunda: la de nuestras propias tradiciones.
El Día de Muertos no compite con Halloween; lo complementa desde otra mirada. Mientras Halloween celebra el miedo, el Día de Muertos honra la memoria. En el aula, este contraste puede convertirse en una oportunidad pedagógica invaluable: enseñar a nuestros estudiantes que la diversidad cultural no significa olvidar quiénes somos, sino aprender a valorar lo nuestro mientras comprendemos lo ajeno.
Al elaborar un altar, escribir calaveritas literarias o compartir anécdotas familiares, los niños no solo desarrollan su expresión oral y escrita, sino que también fortalecen su identidad, sentido de pertenencia y respeto por la vida y la muerte.
Cada flor de cempasúchil colocada en el aula nos recuerda que la enseñanza también florece cuando se conecta con el alma de la cultura.
Así, después de celebrar Halloween, honrar el Día de Muertos es regresar al corazón: al color, al aroma y al amor que habita en nuestras raíces.
Porque en la escuela —como en la vida—, aprender inglés no significa dejar de hablar desde el alma mexicana. 💀🌸

No comments:
Post a Comment